Por Guillermo Bernal Franco
El pasado 7 de noviembre fue el día del ferrocarrilero, fue recordado por muchos trabajadores que sirvieron a la empresa Ferrocarriles Nacionales de México. Es importante mencionar que con la desaparición del servicio de pasajeros, también desapareció el servicio de carga y express, servicios que prestaba Ferronales. Como es de nuestro conocimiento ahora presta el servicio de carga exclusivamente empresas privadas entre las que se cuenta Ferromex.
El clamor general que demanda el servicio de pasajeros está justificado, ya que los ferrocarriles se constituyeron desde el siglo XIX para desempeñar la gran función de fomentar el desarrollo del país y transportar a los mexicanos de la época.
Con el paso del tiempo los ferrocarriles se convirtieron en el gran soporte en el transporte de personas a diferentes puntos del país. En pleno siglo XX el presidente Lázaro Cárdenas nacionalizó los ferrocarriles para que México no dependiera de terceros, lo que confirmaría que son propiedad de la nación.
Los mexicanos somos ajenos a los problemas de carácter administrativo que pudieron haberse presentado como para privar a millones de mexicanos de este vital transporte. Puedo considerar que es un iluso quien piense que los ferrocarriles son cosa del pasado. Nadie está en contra del progreso al momento en que se han construido más carreteras que darle impulso a los ferrocarriles.
Recordemos que los ferrocarriles de pasajeros apoyaron enormemente a la economía de los mexicanos que no podían pagar los altos precios que cobran las líneas camioneras.
Un buen servicio ferroviario de pasajeros sería pagado con gusto por los usuarios al haber calidad en el servicio.
Los mexicanos mantenemos una gran esperanza en nuestro presidente electo Enrique Peña Nieto, para que impulse a la industria ferroviaria entre los que se encuentra el servicio de pasajeros.